Los bebés nacen con una preferencia innata por los sabores dulces. Ya que es el sabor dominante en la leche materna debido a la alta concentración de lactosa, un azúcar importante en el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso central, que también ayuda al intestino a producir bacterias saludables.
Aunque cierta cantidad de dulce es saludable, los estudios demuestran que cuando las mamás consumen demasiados alimentos azucarados durante el embarazo, se puede alterar el sistema cerebral de recompensas (es el centro en el sistema nervioso que obedece a estímulos específicos y naturales, permitiendo que el individuo desarrolle conductas aprendidas que responden a hechos placenteros o de desagrado) del feto, lo cual puede desarrollar la preferencia por sabores dulces desde el nacimiento.
No le des a tu bebé postres como; pasteles, chocolates, bombones galletas y helado. Ya que suelen fabricarse con:
- Carbohidratos o azúcares: azúcar, miel, harina, mermeladas.
- Proteínas procedentes de la leche, los huevos, frutos secos, entre otras.
- Grasas: grasas lácteas, mantequilla, manteca, margarina, mantequilla, frutos secos, cacao y otras grasas vegetales, entre ellas el aceite de coco y de palma que son muy perjudiciales pues facilitan la acumulación de grasa en las arterias.
Aunque a tu pequeño le encante el sabor dulce, el riesgo principal es la aparición de caries, incluso en los bebés que aún no tienen dientes, así como el gusto excesivo por los azúcares; además a largo plazo puede facilitar la aparición de Diabetes. Por eso, es importante no darle a tu bebé biberones con agua o leche azucarada para hacerlo dormir.
El consumir demasiado dulce puede causar problemas, desde cambios de humor y disminución de energía hasta problemas de atención, exceso de peso, aumento del riesgo de trastornos cardíacos y Diabetes. Conforme crezca tu hijo, acostúmbrate a leer las etiquetas de los alimentos que le das, muchos de estos, son preparados con azúcar en jarabes de maíz, caña o malta.
La opinión de los pediatras en este tema es la misma. “Es fundamental no prohibir los dulces, pero consumirlos con moderación”.
Recuerda que no debes ofrecer dulces a bebés menores de un año y a los pequeños de más de un año debemos darle dulces con limitación, evitando que se acostumbren a comer frecuentemente este tipo de alimento.
Es importante que evites utilizar los dulces como forma afectiva o educativa, sino que el pequeño aprenda a verlo como un gusto que debe consumirse con moderación.
Sin embargo, los alimentos azucarados no son los únicos que pueden causar problemas, también los jugos de frutas y otras bebidas pueden fomentar el gusto por el sabor dulce.
Tu hijo no necesita jugo. La fruta completa contiene el mismo valor nutricional y además tiene fibra. Si le das jugo, limita la cantidad a un máximo de cuatro a seis onzas de jugo 100% natural al día, lo puedes diluir con la misma cantidad de agua, porque mientras menos lo expongas a los sabores muy dulces, más probable será que quede satisfecho con sabores más sutiles y naturales. Sírvele el jugo en un vaso cuando esté sentado como parte de un refrigerio, evita dárselo en una botella que pueda llevar a todas partes.
Existen muchas maneras saludables de satisfacer el antojo natural de tu niño por los sabores dulces; además de la leche materna y la fórmula, dale alimentos integrales sin azúcar añadida, como las frutas.
También puedes acudir con tu pediatra quién se encargará de darte las porciones y medidas exactas, así como los alimentos que puede consumir de acuerdo a su edad y actividades de tu pequeño.
Consulta a tu médico.